miércoles, 23 de junio de 2010

Las milanesas de Cristina


Batido de huevo, ajo y perejil. Y dale Mariotto con la comunicación popular.

Por Víctor Ego Ducrot

No se come con ella todos los días, y menos esas milanesas. Buena y roja bola de lomo; los mejores huevos caseros, batidos con picadura de ajo y perejil, sin mucha sal ni pimienta; qué fritura sin humedades innecesarias; y qué buenas aquellas ensaladas de brócoli y de tomates con cebolletas, más dulzonas que llorosas. ¡Qué cena nos zampamos, rodeados de compañeros y compañeras y sin que los teléfonos sonaran ni una sola vez!

Es que todos decidieron apagar sus celulares, y los de antes parecían mudos. Recuerdo que muy comedidos y sin ningún tipo de excesos, porque al otro día las tareas acuciarían desde temprano, saludamos al morfi con un delicado Malbec de la tierra mendocina, más precisamente de viñedos cultivados en fincas de Maipú. Cristina nos atendió solícita y con gran humor, orgullosa de sus dotes de cocinera; para el final ofreció café pero casi todos preferimos apurar el último vaso, como corresponde.

Amigas y amigos míos, no sufran de envidia por las milanesas que nos dispensó doña Cristina Brite, la madre de Natalia Brite, periodista de la Agencia Periodística de Mercosur (APM), de la Facultad de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata, en Mendoza. ¿Los había engañado no? ¿Creyeron que hablaba de la presi? ¡Qué exagerado este Ducrot!

Y a propósito de exageraciones, no se agrande doña Cristina (Brite), que sus milanesas son espectaculares, es cierto; pero como glotón con memoria del gusto le digo (y no me vengan con eso del Edipo) que deberían confrontar con las de Nita para ser las mejores del orbe entero. Sí, claro, ya sé que se avivaron; Nita es mi vieja.

Y si de milangas hablamos - la repetición de la Y en el comienzo de dos párrafos consecutivos no es casual ni fruto del descuido -, no saben lo bien que saben unas de mi pobre pero propio coleto inventivo. Las bauticé a la genovesa, por oposición a las entrañables napo o a la napolitana: páselas por huevo al gusto de su preferencia, luego por pan rayado y déles una horneada primaria dentro de una asadera, apenas engrasada; luego cúbralas con la mejor mozzarella triturada y un poco de pesto (albahaca, queso parmesano y piñones, todo en aceite de oliva). Al horno de vuelta, hasta que las vea a punto; después me cuenta.

La noche de las milanesas estaba yo en Mendoza, trabajando en los talleres de Comunicación Popular organizados por la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA), que preside Gabriel Mariotto. No saben qué hecho político y académico de magnitud: en plena patria del amparo (por los recursos procesales que los sirvientes de Clarín utilizan en Tribunales para frenar la ley de medios de la democracia), más de 400 personas de diversas orientaciones y experiencias políticas compartieron tres días de reflexiones, discusiones y capacitación para poner en marcha radios y emisoras de TV comunitarias.

En la sesión de apertura Mariotto resaltó que, por primera vez, el Estado, las Universidades Públicas y las organizaciones sociales trabajan en conjunto para democratizar el escenario mediático. En un mismo sentido se expresaron Ernesto Espeche, director de la carrera de Comunicación Social de la Universidad de Cuyo; Alejandro Verano, ex decano de Periodismo de La Plata y actual integrante del directorio de Radio y Televisión Argentina Sociedad del Estado; y Gustavo Bulla, académico de la UBA y miembro de la dirección de AFSCA.

Fue después de laburar con ellos y otros colegas que estuvieron allí presentes, que me deleité con las milanesas de Cristina. Brite, que quede claro, pues no quiero pasarme de vivo. Chau.