miércoles, 15 de abril de 2009
¡Dale áperca!...y comete un lomito
En Mendoza, con mayonesa casera y picante
Por Víctor Ego Ducrot
Julio Cortázar dijo que la novela gana por puntos y el cuento por knock-out. ¿Y la crónica? ¿Y los relatos como éste, sobre el mundo del comer? ¡Ay Julio, que sólo nos dejaste! Pero por suerte escribiste: Cuando pelié con el negro en Nueva York el patrón andaba preocupado. Yo lo juné en el hotel antes de salir. "Lo fajás en seis rounds, pibe", pero fumaba como loco. El negro, cómo se llamaba el negrito, Flores o algo así. Duro de pelar, che. Un estilo lindo, me sacaba distancia vuelta a vuelta. Áperca, pibe, metele áperca. Tenía razón el trompa. Al tercero se me vino abajo como un trapo. Amarillo, el negro. Flores, creo, algo así.
Mientras recorría el informativo mundial y constante (que no eterno) de Internet, encontré las siguientes declaraciones del ex campeón del mundo Santos Laciar, el boxeo retrocedió en cuanto a popularidad, pero sigo creyendo que la escuela mendocina, es la mejor. Por su amor al ballet sobre el ring, a esas danzas con las que nos agasajaba Nicolino Locche.
Los estadounidenses, que son medalla de oro en medir y cuantificar todo lo que se les ocurra –si hasta sus estadísticos y sicólogos llegaron a ponerle números e índices a los estados de felicidad…¿se piraron, no?- informan que Humberto Barloa nació el 13 de abril de 1949 en Godoy Cruz, Mendoza. Que peleó en la categoría welter, que ganó cuatro combates por KO, perdió nueve (cinco por KO) y empató otros cuatro. Su hijo, Gerardo Barloa, contó que el viejo supo ocupar el sexto lugar en el ranking sudamericano.
Resulta ser que este escriba llegó a aquella capital cuyana (a ésta deberíamos decir, porque escribo aquí, en Mendoza, y medio apuradito, ya que me esperan en una bodega), para acometer con los preparativos de un posgrado sobre vinos y nuevo tipo de periodismo especializado, que dictará en la carrera de Comunicación Social de la Universidad Nacional de Cuyo. Las clases comenzarán en mayo, no se las pierdan.
Por supuesto que hubo tiempo para cenar en el fondín que los Barloa tienen en la esquina de Av.San Martín y J.P.Morales. Se trata de un boliche rumboso, un emblema de la gastronomía popoular mendocina; con una parrilla dentro, rodeada por mesas aquí y allá, y muchas más sobre la vereda, bajo los árboles y ninguna parecida a la otra.
Sólo sirven sánguches de lomito, de chori y de asado, con unos potes de mayonesa y picante caseros, muy frescos y de rechupete; gaseosas y cervezas de litro, y vino tinto, un malbec algo así como de la casa. No les exagero, los lomitos figuran primeros en el ranking mundial; sin duda alguna los chori por ahí le andan y el asado, dicen, podría noquear al mismísimo Mohamed Alí, el más grande entre los grandes.
El Barloa, asimimso conocido como El boxeador y Papito, es punto de encuentro para los más variopintos personajes de la cultura y del quehacer creativo de Mendoza; académicos y dirigentes políticos de los buenos, poetas, vagabundos y noctámbulas, todo allí como en un verdadero rinside.
Abrío sus puertas hace unos 20 años y desde hace unos siete u ocho, con puntualidad y rigor, organiza dos fiestas que corren de boca en boca por toda la ciudad. La noche de fin de año, con sánguches a lo pavote antes de Navidad, y la elección del Rey y la Reina del boliche, cerca de la vendimia. El Rey es el loco Juan, un entrañable de la calle –seguro más cuerdo que todos nostros- y la Reina Graciela Cousinet, la vicedecana de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la misma universidad que invitó al escriba a dar clases sobre vinos, cronistas y otras uvas.
Barloa es imperdible, como el Torito de Mataderos, como Alí. Hasta la próxima.
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