domingo, 18 de abril de 2010
La Suprema no debe ser de gallinas
A la plancha o a la Maryland y ley de medios ya. Aguante Moreno, mi pollo.
Por Víctor Ego Ducrot
Hagamos de cuenta que estamos en el facebook. En el grupo “Que la Corte de Justicia se pronuncie a favor de la ley de medios”, con algo más de dos mil participantes la semana pasada, puede leerse: el pueblo sabe lo que quiere, basta de monopolios; ¡sí a la ley de medios nacida en democracia! El “Para que se ponga en vigencia la ley de medios” (ya juntó cerca de cuatro mil ochocientos integrantes) convoca a las marchas previstas para estos días en todo el país, para que la Justicia no obstaculice la voluntad popular que pretende terminar con el monopolio de la palabra y la arrogancia neogolpista del Grupo Clarín y de otros que a su lado también se las traen.
Entonces tomé la decisión de dejar mis huella en esa especie de mercado persa virtual en el que se pueden compartir desde fotos de cumpleaños y noviazgos hasta convocatorias políticas y pullas a fantoches y traidores (les recomiendo el grupo “Que Cobos renuncie ya”). Este fue mi aporte: salgamos a la calle para que el Poder Judicial sea lo que debe ser, porque la Constitución no quiere que sus señorías gobiernen, y para que la Corte haga lo que tiene que hacer: poner en caja a los togados de la dictadura que siguen en sus cargos, terminar con la impunidad que cubre los días de doña Ernestina y decir por fin que la ley de medios tiene plena vigencia, porque así lo establecieron quienes tienen a su cargo la responsabilidad de legislar.
Pero claro, no pude con mi genio. Después de las movilizaciones, y no les cuento si la democracia gana, están todos invitados a una panzada de supremas a la Maryland, o a la plancha con ensalada para los que anden cachuzos, pero con una clara advertencia: la Suprema es de pollo porque no debe ser de gallinas.
Y aquí que me disculpen los de la banda roja, que en nada se refieren mis palabras a ellos, ya bastante pesar tienen con tanto infortunio; y dicho sea de paso, ¿no creen que el burrito, así cansado y todo como está, puede más que un parvulario y un grupo de jubilados voluntariosos? No, le estoy hablando a los supremos, qué no sean gallinas, qué el carácter de justos no se cacarea en los medios, qué cumplan con el viejo dicho los jueces hablan por sus sentencias; por fin, qué respeten la letra y el espíritu de la Constitución. ¡Ley de medios ya, carajo!
Entonces, como soy optimista –hay quienes me quieren bien y dicen que mi optimismo a veces es exagerado- calcé los camambuses, ajusté el moñito y quité las pelusas a los leones, para piantar a la carnicería.
¡Salute don!, me espetó el patrón desde el otro lado del mostrador, ¿hoy que le damos?
Varios kilos de suprema de pollo, contesté ufano. Y cuando me dispuse a pagar le pregunté al querido carnicero: ¿por qué los alcahuetes de la Noble la emprenden sin asco contra Moreno… sabe por qué? Mire, yo creo que lo que ellos quieren es que los precios se vayan a las nubes…inflación es el nombre de la próxima ofensiva gorila.
Hoy entonces, como en los queridos bodegones, supremas a la Maryland: una pechuguitas pasadas por huevo, romero, perejil y tomillo (un poco de sal y pimienta, claro), luego rebozadas en harina, y fritas u horneadas, como usted prefiera. Y debió haber preparado una crema sabrosa a base de salsa blanca y granos de choclo triturados y salteados con cebolla de verdeo; y por supuesto las banas pasadas también por harina y fritas en aceite que pela.
Cubra las supremas con la crema y métale con enjundia a la fritura platanar. No se amilane, jamás menos de dos copas de tinto (¡que amarrete ché), y si le sobra apetito, a mí, en este momento que escribo, se me ocurre un helado de sambayón. Punto y coma, el que no se escondió se embroma: ¡ley de medios ya!
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