domingo, 2 de noviembre de 2008

Los platos preferidos de Bombita Rodríguez



Humor, estofado y algo más. Así somos, ¿y qué?

Por Víctor Ego Ducrot

Una primicia más de la Veintitrés. Visitamos el boliche donde, en secreto, Bombita Rodríguez y otros personajes de Diego Capusotto se juntan a comer. Allí elucubran nuevas aventuras y se devanan los sesos para tomarnos el pelo y, de paso, reírse de ellos mismos. Pero que la ansiedad no los traicione. Calma que todo llega. Antes, un poco de sociología a la virulí.

Días pasados, este columnista anonadado y don Diego – a mi modesto entender lo mejor de la televisión argentina- estuvieron conversando al aire, como suele decirse cuando dos fulanos o fulanas, que no importan los géneros ni los sexos, charlan en un programa de radio. El encuentro tuvo lugar, permítanme el aviso, en “Los sabores de América Latina”, que el escriba parlotea todas los viernes a las 19 horas por la AM 530, la Voz de las Madres.

Un rato antes, con un helado de El Vesubio de la Calle Corrientes y Libertad, y verdadero patrimonio cultural de los porteños, recordé la teoría de una escritora argentina a quien no voy a nombrar porque lo hago con frecuencia, y podrán bien pensar ustedes que en ella tengo cierto interés inconfesable.

Sostiene la escritora que la palabra boludo/a –tan banalizada últimamente- designa a un tonto o a una tonta, y que no debe confundirse como sinónimo de pelotudo/a. Que la cualidad esencial de la pelotudés es la solemnidad, esa solemnidad de tantos políticos y economistas, por ejemplo (y periodistas también, claro), que se pasan la vida pronunciado gansadas como si fuesen verdades divinas, y muy orondos u orondas esperan que el resto de lo mortales los aplauda.

Diego Capusotto, muchas gracias por este contacto. No, gracias a ustedes por llamarme.

Le comenté la teoría en cuestión y luego vino la pregunta: ¿cómo, qué y dónde comen los pelotudos y las pelotudas?...y reconozcamos que muchas veces nosotros también.

Y dijo don Diego: creo que los pelotudos comen rápido ( ¿el fast food se preguntó en silencio el entrevistador) porque no vaya a ser que dejen de atender asuntos muy importantes y pierdan el tiempo, todo por sentarse a morfar; comen casi lo mismo que los no pelotudos pero con nombres raros, y siempre más caro; por eso prefieren restaurantes de moda…y esas pelotudeces.

Ese decir, ¿son clientes habituales de la cadena “Uyyy, nos rompieron el orto”? Y respondió don Diego: ¡ ja, ja!, sí creo que sí, y si se trata de un pelotudo, no de una, ya sabés, por una minita cualquier cosa.

Y dijo el entrevistador: por supuesto ¿quién no fue o no es, de tanto en tanto, medio pelotudo?

Ahora lo prometido, y no por confidencias de don Diego sino como consecuencia de la fina observación de un televidente que nos pasó el dato. El boliche preferido de Bombita Rodríguez, quien defendió la tercera posición gracias a su efluvios eróticos compartidos con una burguesa y una revolucionaria, queda justo en la esquina que hacen las calles Tucumán y Sánchez de Bustamante, en el Abasto.

No tiene nombre, o por lo menos no lo vi. Es un bodegón donde paran vecinos, taxistas y otros laburantes. La duda existencial entre salame picado fino o picado grueso del emo de “Peter Capusotto y sus Videos” acontece frente a una de las mesas de metal que lucen sobre la vereda, sobre la misma vereda en que orgullosos se anuncian en una pizarra los platos del día: ñoquis (caseros) con estofado, pollo al horno con papas, guiso de ternerita y guiso de lentejas; empanadas, pizzas y unas soberanas milanesas con papas fritas. No se morfará ¡guauuuu! pero es muy barato y todo auténtico y nada pretensioso, como el barrio mismo.

Bueno mis queridos contertulios, será hasta la semana que viene y ya saben: ¡pelotudos del mundo uníos (o unámonos)!