sábado, 14 de febrero de 2009

Superman, Popeye y los supercocineros














Pa’ la calor, nada mejor que un menú de historieta

Por Víctor Ego Ducrot

Para quien pueda estar bajo la sombrilla, en la playa, o junto a la pelopincho en la terraza, nada mejor que el solaz de un rato de boludeo libre; porque, aclaro, de mi perspectiva (y no digo que sea la mejor), lo que sigue es boludeo sin más.

Cuando pibe, me asaltó la siguiente duda: ¿en que momento hacían pis los cowboys, los detectives, lo piratas y las bellas mujeres de las historietas y de las películas que lo atrapaban a uno sentado al borde de la butaca?

Por fortuna, la ingenua duda acerca de menesteres sin mucha importancia sobrevive. Así surgió la idea para esta historia que ustedes se disponen a leer, en medio de una canícula implacable. ¿Qué comen los superhéroes y los personajes de historieta?

Un poco de historia. Los primeros relatos gráficos argentinos fueron las sátiras políticas de mediados del siglo XIX. Entre los antecedentes de la historieta contemporánea figura La caza del zorro, de Acquarone, editada en "Caras y Caretas", en 1901. La primera con personajes fijos fue Viruta y Chicharrón, de 1912, en la misma publicación.

En 1928 surge El Tony, la primera revista especializada, y en 1936 la Patoruzú. Durante los ’40 irrumpe Guillermo Divito con El doctor merengue; luego llegan Rico Tipo e Intervalo. Desde 1957 hasta 1959, la revista Hora Cero cobija a El Eternauta, de Oesterheld, para muchos el máximo exponente de la historieta argentina. También cabe recordar a Tía Vicenta, a Mafalda, al Corto Maltés, de Hugo Pratt, y a Nippur de Lagash, del paraguayo Robin Wood; a Inodoro Pereyra, a Boggie el aceitoso y a Clemente.

Antes de pasar al comedor resulta inevitable la siguiente disquisición respecto de casi todos los superhéroes made in usa: las grandes causas maniqueas, las asepsias, el carácter andrógino de muchos y lo afirmado hace más de 30 años por Ariel Dorfman y Armand Mattelart en “Para leer al Pato Donald”, todo eso hace que uno los sienta insoportables, por no decir bastante pelotudos.

Ahora vayamos a lo nuestro. ¿Qué morfan los superhéroes y los grandes personaje de la ficción que los estadounidenses llaman comics?

Entre los locales, porque los argentinos también tenemos superhéroes, recordemos que el Capitán Piluso guardaba intachable conducta a la hora de su vaso de leche; que Patoruzito era fanático de las empanadas de la Chacha y que Mafalda odia a la sopa con el mismo vigor que ama a los helados, de la misma forma que Clemente no puede resistirse ante las aceitunas.

Visitemos a Superman, el alter ego de Clark Kent, el periodista. No se sabe exactamente cuál es su menú preferido pero sí que detesta al café, quizá tanto como a la mismísima verde criptonita . Seguro que si viaja a Mar del Plata no podrá darse el gusto de desayunar en la Boston, donde sirven el mejor café con leche con medialunas del planeta.

¿Y Batman y Robin? Se me ocurre que podrían ser los campeones de los bifes de chorizo, pero de soja, pues son entusiastas de la cocina macrobiótica. ¿Y el más reciente Bob Esponja? Ese le da a las hamburguesas. El Chavo engulle tortas (sánguches de jamón). Los Pitufos moras y zarzamoras. Las Tortugas Ninjas se apasionan con la pizza. Homero Simpson cerveza y donuts. Al Corto Maltés le gustaba el jugo de coco. Asterix y sus compinches adoraban los banquetes a base de carne de jabalí. Tarzán empezó con hierbas y gusanitos pero después se hizo carnívoro de ley. Popeye, el clásico, meta espinaca…y podríamos seguir pero se acaba el espacio.

Se imaginan los gustos culinarios de Robin y del Avispón Verde, o de Hulk por ejemplo, en manos de los supercocineros de la tele. ¡Rajemos mis batiamigos! Y tengan todos ustedes muy buen provecho.